Semana Santa 2017

lunes, 3 de abril de 2017

Viernes Santo 2016 II

La noche se ciñó a la esbelta torre de piedra con besos de luna y veleta, y el Viernes Santo se hizo lamento de corneta y redoble. Se encendían las farolas de San Bartolomé, para alumbrar entre los naranjos, la piel desgarrada del Señor crucificado del Barrio, el Cristo de la Expiración, aquel que clava su mirada en el cielo y en los balcones señoriales de la Corredera del viejo arrabal andujareño, mientras expira en el madero.
El Amor y la Paz del vecino pueblo de Montoro sonaba tras el escueto canasto de madera que cada año hace florecer un Calvario de Lirios sobre al que Cristo se le escapa la vida por los callejones de su pueblo.


El estudiantil cortejo penitente de rojo y negro custodiaba en sus últimos tramos, el inconcluso paso de palio de Ntra. Sra. de la Amargura, la cual volvió a presumir de su elegante y bello dolor, entre encajes y terciopelo, tras la cera que ilumina la Gloria, que en su techo de palio, es la Gloria de Andújar, con la imagen de Ntra. Patrona, la Stma. Virgen de la Cabeza, la que a compás de campanilleros y caireles dorados, resguarda a los hermanos y hermanas de esta, tan andujareña, Cofradía.
Acompañada por la Banda "Amigos de la Música" de Mancha Real, la cuadrilla de costaleros del único palio del Viernes Santo, logró como cada año, la quietud y el reposo, que los varales y bambalinas de un palio requieren en la estrechez de la incomparable calle Maestra.


Realizaba su Estación de Penitencia con normalidad de horarios y recorrido de ida tal y como era esperado, pero tras su paso por la Plaza de España, lugar donde se encuentra la Carrera Oficial de nuestra ciudad y con un retraso provocado por el paso de la Hermandad de las Angustias, la cual encabeza el paso de esta corporación en su itinerario de regreso, provocó desajustes en el desarrollo de la misma, ocasionando un incomodo cruce con el Santo Sepulcro en la Plaza Vieja, innecesario y evitable con una lógica modificación de horarios.
A pesar de este ligero inconveniente, la Señora de la Amargura realizaba su entrada en la Capilla del Salvador entre los aplausos de los cofrades y devotos que como cada Viernes Santo disfrutan de esta imperturbable Cofradía que lleva consigo la ensencia del Barrio que vió nacer a su Madre de la Amargura, del Barrio que cada Semana Santa, ve morir a su Cristo.


La salida del Santo Sepulcro, nos transporta en el tiempo, nos hace viajar al pasado con el silencio y el sobrecogimiento de su perfecto y costumbrista cortejo de penitentes, para muchos los que mayor orden y excelencia llevan entre sus tramos. La Santa Cruz, pequeñas andas portadas por las tradicionales Guizqueras, antecede el imponente trono del Cristo Yacente que a compás del tradicional bronco tambor avanza majestuoso entre el azahar que perfuman el cuerpo sin vida de Ntro. Señor, el que aún permanece con las llagas de su pasión, entreabiertas.
La llegada de la corporación, a la zona de más carga patrimonial de la ciudad, como son Santa Ana y Santiago, permite disfrutar de las más intima contemplación, sin el bullicio y el ruido de las calles más céntricas. Son estampas verdaderamente bellas y únicas en nuestra Semana Santa. Paladear el transcurrir del cortejo, con sus insignias, y sus buenas formas ante las viejas fachadas de los palacios y caserones que salpican esta zona de la vieja y más noble Andújar, se convierte en obligatorio para todo buen cofrade que sabe apreciar este tipo de momentos, cada noche de Viernes Santo entre la penumbra y el misterio.




Otro de los detalles a resaltar, es el papel que desempeña, los miembros de la guardia romana, que desfila ante la escalofriante cruz de guía y que simboliza la custodia que Pilatos mandó realizar al Sepulcro del Señor desde que el cuerpo yacente del mismo, es descendido de la Cruz y trasladado hasta la tumba que para su entierro excavaron en la roca, roca sobre la que se alzan los pilares del templo de San Bartolome convertido en el lúgubre y tétrico entorno en el que Cristo descansa vencido por la muerte, en una vigilia de luto y cera.


Victoria de Calle Aire, Victoria que siempre lo es en primavera, Victoria ante la Cruz, Victoria del altozano y la fuente, del viejo convento, de la noche y de la luna, Victoria que caminas en Soledad, pero nunca sola. 
Con su imagen solemne entre los guardabrisas, aparece el desazón de un final inacabado que llega en volandas prendido de su canasto de madera. La Hermandad de la Soledad culmina la Semana de Pasión de Andújar. Histórica corporación que sobrevive al paso de los años, con un humilde y reducido cortejo inmerecido para la grandeza de esta devoción, manifestada desde hace años en un Barrio que reivindica su carácter más cofrade y penitencial.

La Banda de Música Blanco Najera de Jaén interpreta trás la alta cruz y el sudario, marchas fúnebres y de corte clásico que luce el andar selecto de la Señora del manto negro y las manos entrelazadas. La Hermandad, siendo la útlima de la jornada, acumuló el retraso horario de las otras corporaciones y sufrió un pequeño parón en el entorno de Santa María, a la espera del paso del Santo Sepulcro, que para nada deslució el resto del transcurso de la Estación de Penitencia.


La luna no quiso desperdiciar la oportunidad de acompañar a la Soledad Andujareña hasta el regreso a su Barrio, en un Viernes Santo que acababa como siempre, ante su sereno rostro de mujer, ya sin lagrimas por derramar, sin palabra que pronunciar, sin camino que recorrer, sin cera que encender, sin más cruz que la que ya quedó desnuda, sin más claveles que los que quedan a sus plantas, sin más Pasión que la que se lleva por la Calle Villegas y no regresa hasta después de 365 días.


No hay comentarios:

Publicar un comentario