Semana Santa 2017

jueves, 20 de abril de 2017

Miércoles Santo 2017 - II


La inmensa luna buscaba ávida la otra mirada que por Santa María también se eleva al cielo, y es que en las noches del Miércoles Santo andujareño, los astros nutren su brillo reflejándose en los ojos oscuros que bajo el olivo y sobre el pretorio claman a Dios. 


Ya derramaba sangre las heridas del Señor que paciente soporta las burlas y los azotes que le asestan, coronado con el desprecio de las espinas que penetran su frente. La Hermandad de los Dolores del Carmen recorría las céntricas calles de la Andújar cofrade que con el tiempo ha aprendido a saborear el carácter de esta vieja y venerable Cofradía, que tanta historia refugia entre los muros del templo de Santa María.

Otro año más la Agrupación Musical del Cautivo, del vecino pueblo de Villa del Río, hacía sonar sus cornetas tras la inconfundible talla de Ntro. Padre Jesús de la Paciencia, al que quizás este año le haya faltado esa clámide sobre los hombros que reviste su iconografía más clásica.

Tras la salida de la corporación por el antiguo Altozano de San Pedro, el músico y compositor Antonio Jesús Pareja interpretó varias obras a piano, desde un ventanal abierto en la estrechez de Alférez Moreno. La Hermandad realizaba su entrada en la Carrera Oficial andujareña con un considerable retraso debido a algunos inconvenientes con la sujeción de las potencias del Señor, que fueron solventados posteriormente.



María Stma. del Rosario volvía a presumir de la especial gracia, que desata el delicado y tierno rostro, otorgado para esta bella dolorosa, por el afamado escultor Castillo Lastrucci. Los doce rosarios, que cuelgan de sus varales acompañaba la gracia del andar de la Niña de Santa María que lograba encandilar a todos, con ese característico tintineo.  El palio rebosante de primavera, tal y como viene acostumbrándonos, la Priostía de esta querida Hermandad, que ha logrado que el exorno de su paso de palio se convierta en algo inherente y particular cada Miércoles Santo.

El recorrido de regreso de la corporación es seguido por cientos de cofrades que no quieren perderse los momentos de mayor recogimiento y sublimidad.
Cuando el paso del Señor llega a la calle del Carmen, lugar donde esta Cofradía se fundó allá por el año 1718, en el desaparecido convento homónimo, los hermanos rezan por todos aquellos que hoy ya no se encuentran junto a sus Benditos Titulares; en este rincón la cera parece llorar sobre los adoquines que soportan las pisadas del paso del tiempo, el cual quiere contenerse al compás de los clarines y el racheo de las zapatillas.


Tras alcanzar la Plaza de Santa María y abrigando la desnuda piel de Cristo en el Pretorio, los compases del Avemaría de Caccini sonaron en una eterna chicotá en la que hasta las hojas de los naranjos dejaron de mecerse por la brisa que se calmaba incluso en su melena.

La Niña del Rosario enjugaba sus lágrimas y retenía su sollozo bajo la carmelita gloria del techo de palio, pues no existe más hermosa letanía que contemplar como se acerca lentamente, cuando los muros del templo se encienden con la luz de su candelería presintiendo su regreso y cuando se aleja desprendiéndose de una primavera que este año hasta ha hilvanado aquel manto bordado que era guardado con recelo y que con su elegante caída ha vuelto a completar la solera del conjunto.









No hay comentarios:

Publicar un comentario