Semana Santa 2017

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Jueves Santo 2014. I

Semana Santa de Andújar 2014.


La misma Cruz del primer Jueves Santo, las mismas tunicas con esos mismos colores, las mismas mucetas y capirotes, la misma cera y la misma luz, las mismas miradas, el mismo momento y el mismo lugar, Santo Domingo florece con la misma flor de buganvilla y de azahares en la plazuela y es el mismo sabor a Cofradía el que inunda una Andújar que se revuelve en su eterna primavera de geranios. 
 Se abren las puertas de la Capilla del Antiguo Hospital y el blanco y el moraó de la esencia de esta Hermandad se esparce por la vieja calle Cuna abrigando el encalaó de los muros jesuitas que cobijan el Remedio para los males del mundo.  

Suenan las mismas cornetas ante la caoba de la canastilla, que se asoma timida al dintel, entre la plata de los ciriales que se alzan con el mandato del nuevo pertiguero, una amalgama de incienso, claveles y nazarenos, que deja intuir su imponente imagen cautiva custodiada por la guardia de Pilatos entre los guardabrisas del paso. La misma injusta condena que hace 2000 años, la misma Sentencia que en Andújar proclaman cada tarde del Jueves Santo con el izquierdo siempre por delante mientras se lava las manos. 



Tras el Señor de manos amarradas, viene su Madre señorando la gracia que Dubé de Luque plasmará en su bella imagen. Llega como una Reina coronada por la santa Trinidad de la Gloria de su techo de palio, la misma que el joven artista Jose María Carrillo, utilazara para el diseño de la pertiga que ya cumple su labor enmarcada por el damasco. Exultante viene,  tras la candelería que sigue soñando con aquella cera rizá, que ante la Señora del Buen Remedio, se mecía alegre entre los varales. Son los mismos rayos de sol los que quieren colarse entre la malla y el bordaó de sus bambalinas, las que juegan acariciando los balcones de la calle Carmen, cuando un -¡Mas poco a poco!- rompe el aire.
Y tras su manto burdeos y las promesas de las mujeres que siempre la acompañan mimandola en cada paso, los sones de "Reina de la Amargura" de la capital del Santo Reino que marcan el compas de los flecos de su palio de hilos de oro, aquel que con aires de sevillanía, encandiló a los andujareños, igual que encandiló su dulce mirada.


La mirada de una Madre, una Madre que reparte su amor sin importarle cuantas fronteras pueda encontrarse en el camino, una Madre que escucha y bajo su manto nos cobija sin dejar de mirarnos; La mirada de una Madre que remedia nuestras culpas y nuestros mayores pesares...







No hay comentarios:

Publicar un comentario