Repican timidas las campanas de Santa María; las golondrinas en su revoloteo y con su trino despiertan al viejo Barrio, corazón de la Andújar medieval. Ya estan encendiendo la cera en el interior del preciado templo, joya renacentista del Santo Reino, y entre el incienso, poco a poco se va acercando al dintel de la puerta. Una dama que por Octubre, vestida de blanco pureza y que es coronada por los angeles que pintará Aldehuela en la Capilla de los Salcedo, sale a pasear su gloria por los vecinos callejones. Ya no lleva pañuelo de seda para secar sus lagrimas como cada Miercoles Santo cuando a su hijo lo coronan de espinas, que lleva entre sus manos las rosas primeras que con el amanecer renacen en el jardín de sus amores y con esos amores prendidos en las cuentas de un rosario va asomandose a los zaguanes, un rosario que van rezando entre esquinas y balcones la antigua Hermandad del perdido convento.
Se para el tiempo con el eterno rayo de sol que ilumina el dulce rostro de María cuando hasta celoso del brillo de su mirada despunta entre los tejados, las altas torres y las espadañas aún dormidas y con las letanías que van implorando tras su bendita silueta, quiere quedarse testigo de la belleza andujareña de la Niña de Santa Maria, con Ella, y un Rosario por los callejones ...
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