La Hermandad ponía en la calle uno de los estrenos más importantes de su historia, la primera fase del nuevo y necesario paso de misterio del Señor de la Sentencia, que tras despedir en solitario, el pasado año, su primitivo paso, volvía a caminar acompañado de los dos soldados romanos y del Prefecto de Judea, Poncio Pilatos, el cual volvió a lavar sus manos en la pila de plata, condenando inevitablemente al cautivo que siempre avanza de frente sobre la nueva madera de su paso, realizado por Jose Antonio García Flores. Las labores de carpintería de este canasto ya dejan intuir las lineas barrocas del XVII en las cuales esta basado su diseño, y que permitirá, gracias a sus dimensiones, la amplitud que precisaban las imágenes que componen esta escena de la Sentencia de Cristo.
Los sones de la Filarmónica de la ciudad de Jaén, acompañaba la gracia de la mecida de sus bambalinas, bajo un cielo que debido a la temprana Semana Santa, oscureció antes de lo habitual, dejando estampas únicas, como la del palio a su paso por las calles Serpiente, Carmen o la Plaza de Santa María, con el fulgor de una candelería totalmente encendida, que rozaba el candor de las mejillas de la Virgen del Buen Remedio.
La noche llegó impaciente, antes que nunca, era imposible esperar más. Hasta la luna más inquieta se abrazaba a la torre, presenciando como el pueblo se apretujaba en el Mercaó, cobijado bajo los naranjos que perfuman la fuente barroca y que cada año es testigo del momento en el que Andújar roza la gloria con la yema de los dedos. La rotunda cruz de guía se posaba sobre el empedraó de la plazoleta, y tras ella decenas de penitentes de largas colas negras, caminaban silenciosamente anunciando la llegada de ese momento, en el que esa inconfundible canastilla de plata, cruzara la puerta de la capilla levantada junto a los muros de San Miguel, que acoge a ese Nazareno de los cuatro faroles.


Como cada año, calles como, Valdivia, Maestras, Carmen y en su itinerario de regreso por Santa María, Comedias y Postigos y la vieja judería, se encontraban abarrotadas de un público incansable que buscaba la mirada penetrante del Señor de Andújar, alzando sus oraciones y plegarias tal y como lo hace la ya bautizada "octava trabajadera", cientos de devotos que cumplen su promesa caminando tras la imagen del Nazareno.
El cortejo volvió a demostrar respetuoso, las buenas formas, que la Hermandad, lleva a gala, las noches de los Jueves Santos andujareños, siendo la corporación que pone en la calle a más hermanos, entre, penitentes, acólitos, turiferarios, insignias y costaleros.
Con una ciudad rebosante de pasión, con la Hermandad del Buen Remedio de regreso al Viejo Hospital y con el Señor del Gran Poder avanzando despacio por las viejas calles de San Miguel, la Hermandad de la Esperanza leva su ancla a golpe de martillo y chicotá.

En Santa María, Cristo cae tres veces lleno de Misericordia, rendido bajo el peso del oscuro madero y es levantado al compás de las cornetas, sobre costales de mujeres valientes que unen su cerviz a los travesaños de la parihuela de su navío. El centurión, guía la senda que conduce hasta el Calvario, donde todo ha de cumplirse, pero tanto lo quieren sus hijas, que de costero a costero, sobre los pies y siempre sin prisas, mecen a su Cristo "arrodillao" para que la madrugá andujareña enjugue las heridas de su suplicio.
Con la espada al frente, el misterio de Ntro. Padre Jesús Caído abre paso, a la Reina de Santa María, la que todo lo llena, y cuando pasa solo un vacío deja. La Banda de Música de Villanueva de Córdoba acompaña el andar elegante y pausado del verde palio que refugia la belleza sosegada de Ntra. Sra. de la Esperanza, bajo los resplandores de plata de su gloria asuncionista.


Gracias a mi gran amigo Carlos A. Galvéz, por las preciosas imágenes de la Hermandad del Gran Poder y la Hermandad de la Esperanza, utilizadas para esta crónica del año 2016. Las estampas que captan su objetivo son puro deleite para el cofrade y el recuerdo. Gracias Carlos A. Galvéz por estar ahí, donde se requiere tu fotografía.
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