La oracion ahondó en los corazones de todos los presentes mientras Ella, sobre unas sencillas andas de madera caminaba bajo las bovedas que le servían de firmamento, sus manos acariciaban suavemente las cuentas del rosario que colgaba con las mas absoluta gracia con un vaiven acompasado al andar de sus costaleros, aquellos que cada Madrugá tienen la dicha de salir a navegar bajo la parihuela de su verde palio, su profunda mirada clavada en su Andújar del alma, la que cada primavera recoge sus lagrimas con delicados pañuelos de seda que van cosiendo sus hijos e hijas con la Esperanza de encontrar la condonación de sus culpas, la respuesta a sus oraciones, el amparo de sus tormentos y van bebiendo de sus perfiles apasionados a la luz de la cera...
Y en Otoño se enciende la llama de una nueva Esperanza, como inesperado encuentro entre el hijo y la Madre....
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